La Tierra encarna la receptividad y el poder transformador, actuando como la base de la crianza de toda la vida. Centrado en dirección, corresponde a finales del verano (la temporada de transición) y el amarillo. En el cuerpo, la Tierra gobierna el bazo, responsable de la digestión y la distribución de nutrientes. Su contraparte emocional es la contemplación, que refleja la base y la introspección.